sábado, 11 de septiembre de 2021

El sentido de toda una vida (o la falsa sensación de entender)

Esta obra transcurre en veinticinco tiempos diferentes, veinticinco escenas sin ninguna relación aparente entre ellas.

 

No espere demasiado sentido.

 

 

 

Tampoco se encariñe en exceso de los personajes. Hay casi cincuenta y solamente tres de ellos aparecen en más de una escena; y es porque aparecen en dos. A no ser que el lector encuentre conexiones que al autor se le escapan, creadas por su subconsciente, y vea que algún personaje de otra escena bien podría ser uno que ha aparecido antes.

 

En cualquier caso, lo dicho, no se encariñe demasiado porque se tendrá que despedir de ellos con bastante rapidez. Como en la vida.

 

 

Todos los personajes vienen introducidos únicamente por un guion largo (—) y sin nombre.

 

No hay acciones ni acotaciones.

 

Las caracterizaciones, los nombres, las pausas y las acciones quedan a la imaginación del lector y a lo que se puede inferir de los propios diálogos.

 

 

 

 

 

Pero que cada uno haga lo que quiera.

 

 

 

 

 

 

 

 

1.

EL MEJOR PADRE DEL MUNDO

 

Papá, ¿por qué mamá y tú os peleáis siempre?

 

Por ti, cariño, es por ti.

 

¿Por qué por mí?

 

Porque naciste, mi vida, y desde entonces todo ha ido a peor. ¿Lo entiendes?

 

Pero si fuisteis vosotros los que me nacisteis.

 

Ya, bueno,… A ver, en primer lugar, eso no se dice así.

 

¿El qué?

 

No se dice “vosotros me nacisteis”.

 

¿Y cómo se dice?

 

Se dice… Pues… “Me disteis a luz”. No, eso suena muy raro. Bueno, da igual. Lo que importa es que has sido la fuente de todo lo que nos ha ido mal y, por eso, ahora siempre nos peleamos.

 

¿Entonces es por mí?

 

¿¿Pero tú eres tonta?? Te lo estoy diciendo. Sí, es por ti. Es tu culpa. Te lo he dicho clarísimo. ¿Qué es lo que no entiendes?

 

 

No te irás a poner a llorar.

 

No.

 

 

 

—…

 

¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

 

Venga, mi vida.

 

¡Buaaaaaaaaaaaa!

 

¿Qué quieres que te diga? ¿Que no es tu culpa?

 

¿Pero es mi culpa?

 

Si te lo estoy diciendo, mi amor. Pero no te tienes que enfadar.

 

No estoy enfadada. Estoy triste.

 

Pues ya lo siento, cariño, pero es lo que es.

 

¿Y qué he hecho mal?

 

¡No!

 

 

Yo no he dicho eso.

 

¿No he hecho nada mal?

 

Mira, cariño, ya va siendo hora de que aprendas a escuchar, ¿vale? Porque, si no, te vas a convertir en una torpe inútil como tu madre a la que le responden “A” y ella escucha “B”. He dicho que nos peleamos por tu culpa. Pero eso no significa que tú hayas hecho nada malo.

 

 

¿Lo entiendes?

 

No.

 

A ver… Antes de que nacieras, tu madre y yo copulábamos como animales, ¿vale? Hacíamos cosas que seguramente no llegues a conocer en toda tu vida. ¿Quién sabe, eh? A lo mejor sí, pero es que ahora, viéndolo con perspectiva, creo que habría que ilegalizar mucho de lo que hice con ella.

 

¿El qué?

 

Eso da igual. Tampoco lo entenderías… Te lo contaría, eh, pero no creo que lo entendieras del todo.

 

Vale.

 

Vivíamos de lujo, ¿sabes? Y, entonces, tu madre quería tener un bebé y yo le dije que iba a ser el mayor de nuestros problemas y que nos iba a traer de cabeza, pero, oye, ella escuchó lo que le dio la gana y mírate.

 

 

Entonces, por eso te digo que tú tienes la culpa, pero ¿qué ibas a hacer? Nacer no fue voluntad tuya. Ni mía, dicho sea de paso.

 

 

 

 

¿Lo has entendido?

 

Sí.

 

Bien. Pues, ahora, que ha quedado claro, le puedes decir a tu madre que me ha arruinado la vida.

 

Mamá dice que el alcohol ha hecho eso.

 

¿Qué?

 

Mamá dice: “el puto alcohol es lo que le ha arruinado la vida”.

 

¿Dice eso?

 

Sí.

 

¿Estás segura?

 

Sí.

 

¿Qué es exactamente lo que dice?

 

“El puto alcohol es lo que le ha arruinado la vida”.

 

¿Eso?

 

Sí. Pero no te preocupes, papá. Ya soy mayor. Ya sé lo que hace el alcohol. Porque cuando viene el señor raro a la puerta del colegio y se toca la pilila cuando nos mira, la profe dice que no le hagamos caso porque es un alcohólico.

 

¿Cómo?

 

Que hay un señor que se saca la pilila…

 

Bueno, da igual. ¿Pero tu madre te dice eso cuando estás delante?

 

Sí.

 

¿Lo de…?

 

“El puto alcohol es lo que le ha arruinado la vida”.

 

—¿El “puto” alcohol?

 

—Sí.

 

 

Pero no pasa nada, papá.

 

Sí, sí que pasa. Vamos que pasa. ¿¿Cómo se le ocurre a tu madre decir palabrotas delante de ti?? Esto no va a quedar así.

 

 

 

 

 

 

 

 

2.

ROBO

 

—¿Qué llevas en la mochila?

 

—¿Cómo?

 

—Venga, dámelo.

 

—…

 

—¡Venga!

 

—¿Me estás robando?

 

—Sí. Vamos, dame lo que tengas. No me hagas pegarte.

 

—No, por favor.

 

—Pues dame el dinero.

 

—No tengo dinero.

 

—…

 

—…

 

—Claro que tienes dinero, no te hagas el listo.

 

—No, de verdad, no tengo.

 

—¿Y para qué llevas mochila?

 

—Llevo mascarillas.

 

—…

 

—…

 

—¿Mascarillas?

 

—Sí, es por si se me rompe esta.

 

—Pero… ¿Qué?

 

—Es por si se me rompe, para llevar mascarillas extra… Por si se me rompe… Es que me da miedo ir sin mascarilla, ¿sabes?

 

—…

 

—…

 

—Estás de coña.

 

—No, es verdad, tienes que creerme.

 

—A ver, enséñame las mascarillas.

 

—…

 

—No llevas mascarillas.

 

—Sí, sí… Sí que llevo, pero… Es que no las puedo tocar.

 

—¿Qué?

 

—Si las toco, las contamino y ya no me las puedo poner.

 

—¿Y si se te rompe esa?

 

—Me tengo que lavar las manos antes.

 

—Pues lávatelas. ¿Tienes gel hidroalcohólico?

 

—Sí.

 

—…

 

—…

 

—¿¡A qué coño esperas, joder!?

 

—Es que… Verás… Este gel… O sea, el mío se estaba acabando y, al salir de casa, he cogido el que tenía mi hermano, por si se me acababa el mío en el trayecto, ¿sabes?

 

—Sí.

 

—Pero no miré bien el de mi hermano, lo cogí sin más y, bueno, pues resulta que se acabó el mío en el trayecto.

 

—Vale, ¿y qué coño pasa?

 

—Que el de mi hermano no es 70% alcohol.

 

—…

 

—…

 

—¿Perdona?

 

—No desinfecta.

 

—Me estás jodiendo, ¿verdad?

 

—No, es en serio. Es que salí corriendo y no miré bien si…

 

—¡Mira, me la suda, tío!

 

—…

 

—Tú dame el puto dinero y ya está. Si sólo quiero tu dinero. No quiero que te ralles, ni que te expongas al virus. O sea, que no quiero joderte, ¿sabes? Sólo quiero tu dinero.

 

—…

 

—…

 

—Pero es que no tengo dinero.

 

—Abre la mochila a ver.

 

—…

 

—…

 

—Podemos ir a la farmacia que hay ahí y compro gel del 70…

 

—¿¡Pero cómo vamos a ir a la farmacia!? ¿¡Tú estás tonto!?

 

—Es para abrir la mochila sin contaminar las mascarillas.

 

—Tío, que te estoy atracando.

 

—Ya.

 

—…

 

—O espérame aquí. Vuelvo enseguida, ¿vale? Te prometo que vuelvo con el gel y te abro la mochila.

 

—Mira, pírate, paso.

 

 

 

 

 

 

 

 

3.

OPOSICIONES A CORREOS

 

—Hola, ¿qué tal?

 

—Ah, hola, bien.

 

¿Paco qué tal? ¿El examen bien?

 

Él dice que bien, que… Vamos, ya sabes que luego esto… Es mucho de suerte.

 

Ya. Pues a ver si hay suerte, sí.

 

A ver, sí. ¿Vosotros qué tal?

 

Bueno… Pues Andrés ha muerto.

 

¿Qué?

 

Sí, esta mañana, ha salido a correr y le ha pillado un camión.

 

Pero… ¿¡Qué!?

 

Que le ha pillado un camión.

 

Espera… ¿Me estás hablando en serio?

 

¿Yo?

 

Es coña, ¿no?

 

Que no, que no, que está muerto. Vamos, que no hay duda, que es que… A ver, que estaba triturado cuando he bajado. No andaba muy lejos de casa. Fíjate que ya estaba llegando y justo le pilla…

 

¿De verdad me estás diciendo que Andrés…?

 

Sí.

 

 

 

¿Y me llamas ahora?

 

¿Cómo?

 

Dices que ha sido esta mañana.

 

Ah, es que no quería molestar.

 

¿Molestar?

 

Bueno, es que, como Paco se ha preparado mucho las oposiciones, no quería que se distrajera.

 

¿¡Qué!? ¿¡Y por eso no has llamado!?

 

Claro.

 

¿¡¡CLARO!!?

 

Parece que estás enfadada.

 

¿¡Pero qué COJONES!? ¿¡Andrés ha muerto esta mañana y no me has llamado para que Paco, que ya estaba dentro del examen, no se distrajera!? ¿¡Y cómo se iba a enterar!?

 

Ah, no sé.

 

¡Tía, no me jodas!… ¿Por qué no me has llamado? En serio.

 

A ver, tampoco te pongas así, que a la que se le ha muerto el marido es a mí.

 

Pues sí, hostias, sí que me pongo así. ¿No te importo? ¿Es eso?

 

Te lo estás tomando muy a pecho.

 

¿Perdona?

 

No sé, digo, que no es para tanto, ¿no?

 

¿Cómo que no es para tanto?

 

Andrés, digo. No sé, ha muerto… Y ya. ¿Sabes? O sea, que, vamos a ver, ¿qué hizo con su vida como para decir “oh, qué putada, no va a seguir haciendo…”? ¿Sabes? Que no es que estuviera curando el cáncer, ni ayudando a niños maltratados ni nada de eso.

 

No, si no lo digo por él.

 

Ah.

 

 

 

Pero me ha molestado.

 

Joder, pues… Lo siento.

 

Es que… No sé, me siento como si yo no te importase.

 

Sí que me importas. ¿Por qué dices eso?

 

¿Se muere tu marido y no me lo dices?

 

Bueno…

 

No, tía, ni bueno ni nada.

 

 

 

Lo siento.

 

—…

 

—…

 

 

 

 

¿Me perdonas? De verdad. Perdón, he sido una insensible. Es que no pensé… Bueno, como Andrés era… Pues eso, Andrés. Entonces yo… Es que ni se me ocurrió, ¿sabes?

 

Ya.

 

Pero que lo siento, tía.

 

No, bueno, nada.

 

¿Ya estás mejor?

 

¡Es que siempre te pasan estas cosas!

 

 

—…

 

—…

 

Bueno, no te preocupes.

 

A la próxima te aviso. Te lo prometo.

 

 

 

 

 

 

 

 

4.

“TULA”

 

Buenos días, Susana. Gracias por venir.

 

¿Qué sucede?

 

Siéntate, por favor.

 

 

Bueno… Sabes lo que ha ocurrido con Zabala.

 

Sí. Vaya lío.

 

Pues es mucho peor.

 

¿Ah, sí?

 

Ciento cincuenta millones.

 

¿Qué?

 

¿No sabías nada?

 

¿Yo?

 

Tú estabas con él.

 

Bueno, trabajaba con él.

 

Algo verías.

 

¿Quién? ¿Yo?

 

—Tú, sí.

 

—…

 

—…

 

Espera, ¿me estáis acusando?

 

No, no, por favor, no.

 

Porque me acaba de dar un poco de miedo.

 

—¿Seguro que no viste nada?

 

—¡Claro que no!

 

Bueno… Pues ya está.

 

 

—…

 

—…

 

Aunque esto no puede quedar así. Lo sabes, ¿verdad?

 

¿El qué no puede quedar así?

 

 

—…

 

—¿Tú te acuerdas del “tula”?

 

—¿El qué?

 

—Es una apócope de “tú la llevas”. Un juego infantil.

 

—Ah, sí.

 

—Aunque no sé si los niños siguen jugando a eso. ¿Tus niños siguen jugando?

 

—Cuando eran más pequeños.

 

—Entonces sabes lo que es.

 

—Sí, bueno, yo también jugaba.

 

—Pues “tula”.

 

—…

 

—…

 

—¿Qué?

 

—Que tú la llevas.

 

—¿Yo llevo el qué?

 

Susana, no podemos dejar un agujero de ciento cincuenta millones así al descubierto.

 

Ya.

 

Alguien tiene que pagar el pato.

 

—Zabala.

 

Zabala ha salido en la prensa. Ya nos ha dejado en ridículo cuando nos estafó treinta millones. Y pagará por ello, eh, eso tenlo claro. Pero, si ahora decimos que no fueron treinta sino ciento cincuenta millones de la misma persona, ¿tú sabes dónde va a acabar nuestra credibilidad?

 

 

A nosotros tampoco nos apetece esto, Susana.

 

No, no, no, no.

 

Pero alguien tiene que asumir las culpas. Tienes que entenderlo.

 

¡Si sólo trabajé con él!

 

Es un hueco muy gordo del presupuesto.

 

No me lo estoy creyendo. ¿Lo dices en serio?

 

No podemos hacer como si no existiera.

 

¡Lo dices en serio!

 

Lo siento, Susana. Ahora tú la llevas.

 

Esto es absurdo.

 

—…

 

—Pues… ¡“Tula”!

 

—No. No puedes devolver el “tula”. Son las normas.

 

¡VAMOS, NO ME JODAS!

 

—Me has dicho que sabías jugar.

 

¿¡Y ya está!?

 

¿Qué más quieres?

 

¿¡ESTÁIS DE COÑA!? ¿¡Y pretendéis que no haga nada!?

 

Eso nos ayudaría, no te lo voy a negar. Pero, bueno, tú puedes hacer lo que quieras, eh. No somos ninguna panda de tiranos ni nada por el estilo… Aunque sabes lo que va a pasar en cualquier caso, ¿verdad?

 

 

 

 

 

 

 

 

5.

VOCES

 

Oigo voces, ¿sabes?

 

Deberías ir al psicólogo.

 

Tú eres psicólogo.

 

Me refiero a un profesional. Yo no estoy preparado.

 

Me dice que te recuerde cuando de pequeño te ponías los calzoncillos sucios de tu padre.

 

 

 

¿Qué?

 

 

¿Cómo sabes eso?

 

Me lo dice él.

 

¿Él?

 

La voz. Él.

 

 

Es tu padre.

 

¿Perdona?

 

Sí, por lo visto sí. Me dice que es tu padre. Por favor, ayúdame.

 

De verdad, necesitas ir a un profesional.

 

No me hagas decir a la gente lo de los calzoncillos.

 

¿¡Cómo!?

 

¡No, yo no! Es él. Es él. Yo no quiero decirlo.

 

La madre que te parió.

 

No me lo puedo sacar de la cabeza.

 

Vamos a ver…

 

Que te gustaba masturbarte usando su pasta de dientes como lubricante.

 

¿¡Pero cómo sabe eso!? ¿Te lo está diciendo de verdad?

 

Dice que él sabe muchas cosas.

 

Hay que joderse.

 

Ayúdame, por favor.

 

¿¡Ayudar en qué!? Que yo estudio psicología.

 

Pues eso.

 

Tú necesitas un médium.

 

¿Y QUÉ HAGO?

 

¡Que yo no soy médium!

 

Él quería comunicarse contigo, pero es que ha caído en mí y ahora no puede salir.

 

 

Aparentemente.

 

 

Eso me dice.

 

Ya sé que te lo dice, joder.

 

¡Pues respóndeme! Tú eres el psicólogo.

 

¡Que un psicólogo no hace esto!

 

Eso a tu padre no le importa.

 

Que te jodan, papá, ¿te enteras?... ¿Me oye?

 

Sí.

 

¡QUE TE JODAN! Te pasaste todo el bachillerato intentando convencerme de no estudiar psicología y ¿ahora me quieres para que lo trate?... ¿Esta es tu forma de apoyarme?

 

 

¿Qué dice?

 

Nada.

 

¿Cómo que nada?

 

No sé.

 

 

A lo mejor no se lo ha tomado bien.

 

Joder.

 

Hombre,… Te has pasado un poquito, ¿no?

 

¿Perdona?

 

No,… No. No me entiendas mal, ¿vale? Pero, a ver, que tu padre tiene sentimientos, ¿sabes?

 

¿Eso te dice?

 

No, eso lo supongo.

 

Llevas un minuto hablando con él.

 

Hemos congeniado.

 

 

 

No sé qué responder a eso.

 

Dice que le perdones.

 

¿Dice?

 

Sí, me lo acaba de decir.

 

No, ya, me refiero a… ¿“Dice”? ¿No sería un “pide”, un “por favor”?

 

Bueno, sí. Que se ha confundido.

 

Pues, mira, no, le vas a decir que lo de perdonar ya se le ha pasado, ¿vale? Se lo vas a decir. ¡No! Espera, se lo digo yo. Me oye, ¿verdad?

 

Sí.

 

Papá, te jodes. Fuiste un capullo manipulador en vida y no voy a dejar que me sigas manipulando después de muerto. Así que NO. ¿Te enteras? Ni te perdono ni lo haré nunca.

 

 

 

 

¿Me ha oído?

 

Sí… Sí.

 

 

 

¿Está hablando?

 

Sí, un segundo.

 

 

Vale.

 

¿Vale?

 

Ah, perdón, le decía a él.

 

¿El qué?

 

Me acabo de cambiar por ti. Ahora soy su hijo y tú no. Así que me dice que te dé la “enhorabuena”, él dice que ponga las comillas, si es que tanto querías deshacerte de él. Que eres libre y que te vayas donde te plazca. Él ha dicho “a tomar por culo”, pero yo lo he suavizado.

 

¿Qué?

 

No sé, le estabas tratando tan mal y me estaba dando tanta pena… Cuando él lo que quiere es ayudar. Así que le he propuesto cambiarme por ti y ahora soy yo su hijo.

 

Eso no funciona así.

 

¿Tienes envidia?

 

¿Qué coño…?

 

Ya, bueno, pues haberlo pensado antes, ¿sabes? Ahora te jodes… Eso lo hemos dicho los dos.

 

 

 

 

 

 

 

 

6.

EJECUCIÓN

 

¿Sí? ¿Dígame?

 

Buenas tardes. Espero no molestarle.

 

Estaba a punto de cerrar.

 

Se trata de su padre.

 

 

¿Hola?

 

¿Qué pasa con él?

 

Su ejecución se ha adelantado a mañana por la mañana.

 

 

¿Sigue ahí?

 

Sí.

 

Espero que pueda entenderlo.

 

Lo entiendo.

 

Quiero decir, es una cuestión de seguridad.

 

Ya.

 

Las cárceles están demasiado llenas y todos los trabajadores estamos en peligro si siguen aumentando los…

 

Lo entiendo, de verdad.

 

Bien.

 

 

Pues esto es.

 

Muchas gracias por llamar.

 

A usted por comprenderlo. Le esperamos media hora antes, como siempre, en la zona de descarga.

 

¿Perdón?

 

Ah.

 

 

Bueno, es que pensábamos… Disculpe, no quiero parecer insensible, pero habíamos pensado en contratarle para esta ejecución también.

 

 

¿Sigue ahí?

 

Pero…

 

Entiéndanos, por favor, sé que puede sonar duro, pero nos ha pillado a todos por sorpresa. Se ha decidido este mediodía y, hasta que se han emitido las órdenes y todo el papeleo,… Espero no haberle trastocado mucho los planes. ¿Tenía ya otra ejecución para mañana?

 

 

 

Eh, no, no tenía ninguna.

 

¡Uf, menos mal! Perfecto entonces. Pues…

 

Perdón. Perdón. ¿Esto es en serio?

 

¿Cómo dice?

 

¿Se ha vuelto usted loco?

 

¿Señor?

 

¿¡ES USTED GILIPOLLAS!? ¿¡Quiere que mate a mi padre!? ¿¡A mi propio padre!?

 

Disculpe, es que, como usted me había dicho que aún no había cerrado.

 

¡PORQUE IBA A HABLARME DE MI PADRE!

 

—Y eso he hecho.

 

Joder…

 

¿Está usted bien?

 

 

¿Señor, está bien?

 

No lo voy a hacer.

 

 

 

¿Qué?

 

Que no voy a matar a mi padre, vamos.

 

 

¿Oiga?

 

Sabe que esto nos deja en una posición verdaderamente incómoda, ¿verdad?

 

¿No me joda?

 

No, no le jodo…

 

Era irónico.

 

… Y, como siga por ahí, esto se va a poner mucho más desagradable para usted.

 

¿Me está amenazando?

 

Mira, gilipollas, se me está empezando a agotar la paciencia.

 

¿¡Perdona!?

 

Y no creo que te vaya a gustar tenerme en tu contra, ¿sabes?

 

¿¡No me joda!?

 

No tienes mucho vocabulario, ¿no, panoli?

 

Oye…

 

Ni “oye” ni mis cojones. Tú te vienes mañana a la puta hora que te toca o, antes de que cierres la oficina en los próximos minutos, te juro que estoy en tu casa violando a tus hijos hasta que llegues y, cuando lo hagas, les cuelgo de las pelotas y tiro hacia abajo para que veas cómo se les separan del cuerpo. Así que ya te vas aclarando sobre qué hostias es lo que quieres hacer, porque va a tener consecuencias. ¿Te enteras?

 

 

¿¡Me has entendido!?

 

Sí.

 

¿¡Vas a venir mañana, cerdo!?

 

 

¿¡VAS A…!?

 

¡Sí! Sí.

 

Bien. Perfecto. Pues mañana nos vemos como siempre. Y no se olvide de llamar antes de llegar, por favor, para que mi compañero le abra la puerta.

 

 

 

Muchas gracias.

 

No, gracias a usted. No sé qué haríamos sin sus servicios y perdone por avisar con tan poca antelación. Es usted un auténtico profesional.

 

 

 

 

 

 

 

 

7.

AJGKELAFGSIA

 

Ah.

 

Q?

 

¿Q?

 

U.

 

 

Jjj.

 

L. Klj.

 

 

 

Jaja.

 

Ahhhhh.

 

Ah.

 

A.

 

 

 

A-a.

 

 

1.

 

Hjoleken mornnf sbraen brochs juoensrts

 

 

Juansatenrosentofurn

 

 

Viutiruuieira

 

I.

 

A.

 

¡Iiiiii!

 

Sí.

 

No.

 

No.

 

 

 

 

¿Qué?

 

W.

 

Hoy.

 

Juan.

 

J.

 

P.

 

Aaaaaaaa.

 

.

 

Ayer tuve a mi hijo de diez años.

 

Ah.

 

Yo no tengo la culpa.

 

Dani.

 

Dani.

 

Dani.

 

Dani.

 

Dani.

 

Dani.

 

Dni.

 

Dani.

 

Ah.

 

 

Ah.

 

U.

 

 

 

Q?

 

Bbbbbbbbbbbb

 

Q?

 

¿Q?

 

 

Ah.

 

 

 

 

 

 

 

 

8.

LA MAMÁ DE CARLOS

 

Hola, ¿tú eres el papá de Adrián?

 

Sí, ¿qué tal?

 

Yo soy la mamá de Carlos. Encantada. Carlos habla todo el día de Adrián.

 

 

¿Qué pasa?

 

¿Tú eres la madre de Carlos?

 

Sí, ¿por?

 

¿En serio?

 

Ya ves.

 

Es que no sé qué decir… ¿Qué edad tienes?

 

Jajaja. Venga, y ahora saldrás con el “pareces su hermana”.

 

No, en serio, ¿qué edad tienes? Es que me parece un poco siniestro.

 

¿Perdón?

 

Lo pregunto en serio.

 

Pues…

 

O sea, ¿tuviste a Carlos con once años? Sabes que eso se puede denunciar, ¿verdad?

 

Eh…

 

¿Quieres que te ayude? Te puedo ayudar. Mira, toma mi tarjeta. Soy abogado.

 

Bueno…

 

Me encargo de estas cosas.

 

No, a ver, tampoco es para tanto.

 

Sí, sí que lo es. Si supieras lo que veo a diario. Pero cosas que de verdad te darían ganas de tirarte por la ventana desde un sitio bien alto y acabar con todo.

 

Vaya…

 

Cosas por las que te preguntarías si merece la pena que el ser humano siga existiendo sobre este planeta.

 

Ya, pero…

 

Si quieres, podemos hablar en mi despacho.

 

Jajaja. Ah, vale, buena broma. Buena broma. Pero no voy a picar.

 

De broma nada.

 

 

 

Ah.

 

De verdad, ¿qué edad tienes?

 

No, bueno,…

 

¿Eres menor de edad?

 

¿Cómo?

 

Podrías serlo. Parece que tienes unos veinte, pero, ahora pensando, ya no lo sé. Quizá tengas hasta menos.

 

¡¡BUENO, VALE YA!!

 

 

Sí, soy menor de edad.

 

Lo sabía.

 

¿Contento?

 

—Con más razón puedes denunciar.

 

No soy la madre de Carlos.

 

 

 

Sí que eres la madre de…

 

¡Joder, puto pesado! Vale, sí, soy su madre. Soy la madre de Carlos. El año pasado viajamos a la Polinesia y había un hechicero que me rejuveneció. Así que aquí estoy. Sí, joder, tengo diecisiete años. ¿¿Contento ahora??

 

 

Todo el puto año guardando el secreto y ¿qué coño te costaba a ti decir como todo el mundo? “Hala, qué joven estás”, “qué bien te mantienes”, “pareces su hermana”.

 

 

Coño.

 

 

 

Pues… Vaya.

 

 

No sabía que esas cosas se hicieran en Polinesia.

 

¿Dónde se iban a hacer, si no?

 

 

 

La verdad es que sí que pareces su hermana.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Te importa que sea menor de edad?

 

—¿Y a ti que yo sea un hombre maduro?

 

 

 

 

 

 

 

 

9.

PROFESOR PARTICULAR

 

Y aquí pones la raíz de “k”.

 

¿Esta?

 

Sí.

 

¿Pero esta es “k” o raíz de “k”?

 

 

 

¿Vosotros cómo la llamáis?

 

Pues…

 

Es que en algunos sitios la llaman “k” y, en otros, raíz de “k”. Pero es lo mismo, ¿sabes? La razón de inversión.

 

¿Seguro?

 

Sí, no te preocupes.

 

 

 

No tienes mucha idea, ¿no?

 

¿¡Yo!? Claro que sí. ¿Por qué dices eso?

 

Es que parece que no te lo sabes muy bien.

 

 

No sé. Perdona.

 

No, no. Claro. Tú dime. Si esto es para ti, ¿sabes? Te tiene que servir a ti. O sea, hay veces que, bueno, que un profesor y una alumna no encajan, ¿sabes? Y no pasa nada.

 

A ver, no es que no encajemos. Es que no me resuelves las dudas.

 

¡No, hombre, no! Jajaja. Qué bueno.

 

 

Venga, que se nos va la hora. Si esto es inversión positiva, tienes que hacer el teorema de la altura.

 

¿Este de aquí?

 

Sí.

 

Vale. Pero…

 

 

 

¿Sí?

 

¿Pero el de la altura o el del cateto?

 

¿Qué?

 

Es que antes me dijiste que, con positiva, era el del cateto.

 

No, ¿sí? Si te dije eso, me equivoqué. Es el de la altura.

 

Mira.

 

 

 

¡Ah, uh! Calla, calla, sí, que lo estaba diciendo mal. Jaja. Nada, perdona, que me confundo con los nombres siempre. Quería decir el del cateto.

 

¿Sí?

 

Sí, sí, segurísimo ahora.

 

 

Oye, ¿estás bien?

 

 

¿Cris?

 

Jo, es que… Es que… ¡ES QUE MAÑANA TENGO EL EXAMEN!

 

Ya lo sé.

 

¡¡Y NO TIENES NI IDEA!!

 

No, bueno,… No digas eso.

 

¡¡CLARO QUE SÍ!! ¡Llevamos aquí dos horas y no me estás ayudando nada! ¡Te he dicho que me cuesta la inversión y la perpendicularidad y cónicas y no hemos pasado de la inversión en todo el puto rato!

 

Es que es difícil.

 

¡Me estoy jugando la nota!

 

Ya, el bachillerato es horrible.

 

¡Y tú no haces nada! ¡¡NO TIENES NI IDEA DE NADA!!

 

A ver,… Tampoco es así del todo.

 

¡Pues sí! ¡Pues sí! Sí que es así. Si me hubieras dicho que no lo sabías, habría podido llamar a otro profesor. Pero, ahora,… ¡¡ES QUE NO ME QUEDA TIEMPO!!

 

Joder. Ya lo siento, Cris. Pero es que ayer y anteayer tenía a otros alumnos.

 

—…

 

—¿Te encuentras bien?

 

¿A ellos también los engañas?

 

 

 

—¡Venga, va! Dime en qué te puedo ayudar antes de irme, que tampoco... Tampoco os quiero retener más.

 

—…

 

 

Mira este ejercicio, por lo menos.

 

 

¿Lo sabes hacer?

 

¡Sí! Sí.

 

 

 

Da igual.

 

No, dame, en serio, sí que lo sé. Es la forma de escribir el enunciado. Dan muchas vueltas para confundiros y…

 

Ya.

 

No, de verdad. Además, es que hacen lo mismo en todos los institutos. Cabrones. No quieren enseñar, ¿sabes? Quieren joderos. Pff, vaya mierda.

 

¿Cuánto has quedado con mi madre?

 

¿El qué?

 

¿Cuánto dinero?

 

Ah…

 

 

¿Le vas a decir algo?

 

 

Por favor, no le digas nada.

 

 

No es mucho, ¿sabes? Pero… De verdad que lo necesito.

 

 

¿Cris?

 

Sabes que es mi nota de bachillerato, ¿verdad?

 

 

Y aún así has venido.

 

 

 

Por favor.

 

 

 

 

 

 

 

 

10.

UNIDAD DE ICTUS

 

¡Mamá, papá, ya he llegado!

 

 

¿¡Hola!?

 

Hola.

 

¿Mamá?

 

Oye, a ver, que… Se acaban de llevar a papá en ambulancia. Le ha dado un ictus.

 

¿¡Qué!?

 

Acaban de salir.

 

¿Pero está bien?

 

Sí, dicen que se va a poner bien.

 

¿En serio? No lo dirán por decir, pero, en realidad, lo que pasa es que está muy mal.

 

No lo sé.

 

¿Cómo estaba antes de salir?

 

Puf…

 

¿Eso es bien o mal?

 

Bueno… Muy bien no estaba, desde luego.

 

¡¡TOMA YA!!

 

¿Qué?

 

Joder, mamá, no te lo vas a creer, pero ayer hice una… Es que no te lo vas a creer. Hice una ceremonia satánica y ¡ha funcionado!

 

¿¿Cómo??

 

No, pero tranquila. Era en una página web. O sea que no me secuestraron para hacerla ni derramaron mi sangre ni nada. Todo bien.

 

Pero… ¿¡Qué!?

 

Sí, metes unos pocos datos de quien quieres que muera, bueno, puedes elegir entre morir o que sufra, ¿sabes? Pero yo elegí que muriera, por eso te preguntaba si se le veía muy mal, porque es que me parece la leche, en serio. Que era una página de esas cutreras que dices “¿pero cómo va a funcionar?”. Pues mira.

 

¿Has puesto tus datos en una web?

 

Sí. Pero, a ver, no te preocupes. Era una web segura, ¿sabes? De “https”, con la “s” de “segura” al final.

 

 

 

 

—…

 

¿Recuerdas la web?

 

Sí, la tengo en el historial. ¿Por?

 

Bien.

 

 

 

¿La quieres usar?

 

Si sobrevive, ¿se puede hacer otra plegaria en esa cosa?

 

No sé si se llama plegaria.

 

Como se llame.

 

¿Pero va a sobrevivir?

 

No lo sé.

 

Antes has dicho que iba a morir.

 

Sí, y es lo más seguro, pero… No sé. Por si acaso.

 

 

 

 

¿Pasa algo?

 

No, nada, nada.

 

 

—Jo, es que… A ver, que no es nada, eh, pero es que me da como no sé qué. Que no es que tuviera ninguna esperanza, pero… Que me ha hecho ilusión, ¿sabes? Y, después de decirme que sí la iba a palmar, descubrir que puede que sólo se quede paralítico, pues…

 

Es un poco bajón, sí.

 

Pero que es una tontería, no me hagas caso.

 

¡Qué va! Está muy bien. Cuéntamelo, cariño, hace mucho que no hablamos.

 

Bueno, y, además, es que también pedí por ti.

 

 

 

Ah.

 

Aunque, yo qué sé, lo mismo sobrevives, ¿sabes? Pf, vaya chapuceros.

 

¿Pediste que muriera también?

 

Sí.

 

Vaya.

 

 

 

 

Pues dime la web que voy a pedir por papá entonces. A ver si lo acelero. No vaya a morir yo antes y, encima, me lo pierda.

 

 

 

 

 

 

 

 

11.

LA SUERTE DEL PRINCIPIANTE

 

Señora, lamento tener que comunicarle que su hijo acaba de morir.

 

 

¿Señora, ha entendido lo que he dicho?

 

Dios respondió mis plegarias. Nos dio a mi marido y a mí un hijo cuando no podíamos concebir. Mi niño superó una leucemia y, un año después, una afección cardíaca por la que tuvieron que operarlo a corazón abierto. Y de ambas salió adelante. Era algo imposible. Todo el mundo decía que era el niño más fuerte que había vivido nunca. Nadie había visto que un niño tan pequeño sobreviviese a tanto. Tenía tantas esperanzas en el futuro.

 

 

No puede haber muerto.

 

 

 

Lo siento, señora.

 

 

La vida. ¿Qué quiere que le diga?

 

 

 

 

 

 

 

 

12.

LA RULETA: OBRA EN DOS ACTOS

 

Bueno, pues voy.

 

Mucha mierda.

 

Ahora vuelvo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Me cago en mi vida!

 

¿Qué ha pasado?

 

Tiene… Tiene una pistola de verdad.

 

¿Qué?

 

Sí, es de verdad, te lo juro.

 

Estás de coña.

 

Que no, que no, joder, que me ha apuntado.

 

¿Ya vamos por ahí?

 

¡¡Sí, coño!! ¡Ya vamos por ahí! Me ha apuntado y te juro que es auténtica. ¡TIENE UNA PISTOLA AUTÉNTICA EN ESCENA!

 

¡Vaya gilipollas!

 

¿Cómo ha conseguido una pistola?

 

Si ya decía yo que este tipo era retrasado mental. ¿Te lo dije o no te lo dije?

 

Sí.

 

Te lo dije, ¿verdad? Pues mira. Tenía razón.

 

¿Y qué hacemos?

 

Todo músculo, todo… Un niño bonito y muy bien formado, eso es lo que es, pero actor… No. Ya te digo yo que no. A este le han cogido por los músculos. Claro, como sale sin camiseta…

 

Tenemos que parar la función.

 

Pero no actúa un pimiento, eh. ¡Vamos! Pues no me he encontrado yo con niñatos como este en mi vida.

 

Voy a avisar al regidor.

 

Lo malo es que vende. Es una mierda, pero es la verdad.

 

¿Aviso al regidor?

 

¿Al regidor? ¿Para qué?

 

¡¡Para parar la función!!

 

¿Por?

 

¡Coño, Carmen! ¡Que tiene una pistola!

 

Y la sala está llena.

 

¡¡Por eso!!

 

Cállate, que estoy pensando.

 

¿Por dónde va? ¡Mierda, tengo que salir!

 

¿Cómo sabes que es una pistola de verdad?

 

¿Qué?

 

¿Has visto alguna pistola en tu vida? ¿Cómo sabes que no es una réplica muy bien hecha?

 

Yo… ¿Qué dices? Tengo que salir.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Puta mierda, es auténtica!

 

¿¡Pero cómo lo sabes!?

 

¡COÑO, PORQUE LO SIENTO! Siento la puta pistola y siento el miedo de la bala atravesándome el pecho, ¿vale? ¡Joder, porque lo siento!

 

 

 

¿Qué?

 

Que siento la…

 

Pero no lo sabes.

 

¿Cómo?

 

No lo sabes. Es una sensación. ¿Cómo sabes que es auténtica?

 

Te lo acabo de decir.

 

No, ya… O sea, que ¿cómo sabes, cien por cien segura, que es una pistola de verdad? Y no me vale lo que hayas sentido.

 

¡Mierda! Creo que te toca.

 

¿¡Ya!?

 

Sí… Sí, te toca.

 

Joder.

 

 

 

 

 

 

Vale, es de verdad.

 

¿¡Ves!?

 

Sí, joder, sí que se siente. ¡Uf! La leche, casi me meo encima. Sí que da miedo.

 

Tenemos que parar la función.

 

¿Qué?

 

Voy a avisar al regidor. ¡No! A la policía.

 

¿Qué dices? ¿Qué? ¿Cómo vamos a parar la función? ¿Estás tonta?

 

 

 

Tiene una pistola, tía.

 

 

 

Bueno…

 

¿¡Bueno qué!?

 

¡Joder, que tú también lo has sentido!

 

¡¡PUES POR ESO, COÑO!!

 

No, quiero decir, tú también lo has SENTIDO, ¿verdad? ¿Hacía cuánto que no te excitabas en escena?

 

¿¡Excitarme!?

 

Te lo digo porque tú, como a lo mejor aún eres joven, no lo sabes, pero, cuando van pasando los años, conseguir que se te relaje el esfínter en escena es algo jodidamente difícil. Es imposible. Es… ¿Sabes el tiempo que hacía que no me pasaba esto? ¿Lo sabes?

 

Estás loca.

 

No tienes ni idea, Eva. Pero ya te digo yo que esa pistola ayuda, joder. Y te voy a hacer una pregunta: ¿te has fijado en cómo has actuado cuando has salido a escena?

 

¿¡Qué!?

 

¡Exacto! Eso es lo que cuenta, Eva. ¡Eso es lo que cuenta! Que no lo sabes, ¿ves? ¡Y yo tampoco! He salido a escena y, en cuanto he visto ese puto cañón, uf, me he olvidado de todo. Ha sido… Uf. Me estoy excitando otra vez.

 

 

¿Hacía cuánto tiempo que no te pasaba esto? Porque a mí mucho.

 

Voy a avisar al regidor.

 

¡No! ¿¡Qué dices!? ¿Pero me estás escuchando?

 

¿¡Se te ha olvidado cómo acaba la obra!?

 

 

 

Mierda.

 

Voy a avisar al regidor.

 

¡No!

 

¿¡¡ESTÁS TONTA O QUÉ TE PASA!!? ¡¡QUE TE VA A PEGAR UN TIRO!!

 

¡BUENO!

 

 

 

¿Esa es tu respuesta?

 

Pues…

 

Carmen, de verdad, estás perdiendo la cabeza, estás… Mira, me da igual, voy a avisar al regidor.

 

¡CÁLLATE, JODER, CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ!

 

Carmen,…

 

¡¡Que te calles, hostia!!

 

 

Mira… Voy a salir ahí y voy a acabar la obra como Dios manda, ¿te enteras? Y ni tú ni el puto regidor ni la puta madre que lo parió vais a evitar que me corra en las bragas cuando apriete el gatillo.

 

 

¿Está claro?

 

 

Pues deséame suerte.

 

 

 

Mucha mierda.

 

 

 

 

 

 

 

 

13.

ALTER EGO

 

—Hola, soy Antonio Martín, el autor. Bueno, no, soy un actor que está diciendo estas palabras…

 

—¡¡Anda, cállate!!

 

—¿Perdón?

 

—¡Cómeme los huevos, anormal!

 

—¿Qué?

 

—¡Pedante de los cojones! ¡Vete a tomar por el culo y déjanos ver otra escena, retrasado!

 

—Yo sólo quería…

 

—Que sí. Y dale. Que sí, pesado, que ya sabemos lo que querías y nos importa tres huevos fritos.

 

—Bueno…

 

—Venga. Eso es. Dale. Ahí. Eso. Vete.

 

—Bueno…

 

—Hala, a tomar viento fresco.

 

 

 

 

 

 

 

 

14.

VECINO DE NÚMERO

 

Hola, soy tu vecina de número.

 

Hola, ¿quién eres?

 

Tu vecina de número.

 

No sé qué significa. ¿Quién eres?

 

A ver, es un reto que ha salido por internet. El “vecino de número”.

 

¿Qué número?

 

De teléfono.

 

¿Qué?

 

Coges tu número de teléfono y le restas un número al final. O se lo sumas. Yo lo he restado.

 

 

Sólo quería saludar porque todo el mundo se está saludando.

 

¿Quién se saluda?

 

Todo el mundo. Es un reto.

 

No lo entiendo.

 

Bueno, es un reto. No es nada.

 

¿Pero cómo has conseguido mi número?

 

 

 

A ver,… Yo tengo un número de teléfono. Bueno, pues, a mi último dígito, le resto uno…

 

¿Tú sabes con quién estás hablando, puta?

 

¿Perdón?

 

Te he llamado puta porque creo que eres una tía. ¿Eres una tía?

 

Sí, soy… Soy una tía.

 

Ya me parecía a mí porque en tu foto de WhatsApp sale una tía, aunque quién sabe, ¿verdad? La gente puede poner lo que quiera en la foto de WhatsApp. Si tuvieras a Beyoncé, no pensaría que fueras Beyoncé, ¿me entiendes?

 

Sí, sí, te entiendo, pero no hace falta insultar.

 

Te insultaré si me da la gana y, mira tú por dónde, ahora mismo… Me da la gana. Puta.

 

Oye, tú,…

 

¡Que te calles, zorra! La única razón por la que sigues hablando es porque no sabes quién soy yo. La has cagado, tía. Tu puto reto de los cojones te ha hecho meter la pata bien hasta el fondo, hasta estar tan cubierta de mierda que no puedes ni respirar.

 

Bueno, lo siento, no quería molestar.

 

Ya, pues te jodes. Ahora no te vas a ir de rositas. Tienes mi teléfono, ¿sabes? He descuartizado a gente por menos que eso. Y tú no eres nadie especial como para que me relaje y te dé una segunda oportunidad.

 

 

¿Sigues ahí?

 

 

Sé que sigues ahí. Estás “en línea”.

 

Sí, estoy aquí.

 

Bien. No te creas que puedes escapar, ¿sabes, niñata? Sé dónde vives, sé dónde estás ahora mismo, te puedo localizar en cualquier momento, sé dónde meas y dónde cagas. Lo sé todo sobre ti. Y la razón de que aún sigas viva es que voy puestísimo de ácido y, cuando me drogo, me da por hablar, ¿sabes? Normalmente cojo un taladro y un succionador y hago mi trabajo, pero sin hablar.

 

De verdad que no quería molestar.

 

Pues ya es tarde. Así que lo siento mucho, pero te voy a tener que sacar los intestinos por el coño. Y que conste que digo por el coño a conciencia, ¿vale? Que sé que, como te he dicho que voy drogado hasta las trancas, pensarás que me he confundido y que quería decir por el culo, que, por otro lado, es lo más lógico. Pero no, no me he confundido. Quiero decir exactamente eso. Te voy a sacar los intestinos por el coño. ¿Contenta?

 

Bueno…

 

Bien. Pues, nada, ya está yendo un empleado a tu casa, ¿vale?

 

Ah, ¿ya mismo?

 

Sí, sí, no te puedo dejar libre. Sabes mi teléfono.

 

¡¡Pero si es el mío cambiando un número!!

 

No paras de decirme eso, pero es que no entiendo nada. ¿Sabes lo que sí entiendo? Mi trabajo. Y mi trabajo consiste en sacarte los… Ya sabes en qué consiste mi trabajo. En fin, no te muevas de dónde estás, ¿vale?

 

 

O muévete, yo qué sé. Si es por hacerle el trabajo un poco más fácil a Dimitri. Dimitri se llama, ¿vale? El tipo que va a desollarte. Que te puedes escapar si quieres, pero, vamos, que te va a encontrar y que vas a morir eso es seguro.

 

 

¿Estamos?

 

 

 

Yo sólo quería saludar.

 

Ah.

 

 

¿Sólo querías saludar? Pues hola. ¿Y para qué dices que tienes mi número?

 

¡¡PERO SI TE LO HE EXPLICADO!!

 

¿En serio?

 

¡Joder, te he dicho lo del reto un montón de veces! ¿¡Eres subnormal!?

 

No, bueno, no te metas demasiado conmigo. Es por la droga. ¿Alguna vez te has drogado con ácido?

 

¿Qué?

 

Ya, bueno, en fin, pero que, si es así, entonces lo siento, pero es que Dimitri ya está yendo para allá, ¿sabes? No puedo cambiar de opinión así de repente. ¿Lo entiendes? Tengo que seguir un rigor.

 

¿¡Estás de coña!?

 

Qué va. Es que no me he enterado bien. Te lo digo en serio. Es por la droga, ¿sabes? Me pasa a menudo. Debería dejar de drogarme tanto.

 

 

A veces tengo la sensación de que me dejo llevar y hago cosas de las que luego podría arrepentirme.

 

 

Pero tampoco te creas que me acuerdo muy bien.

 

 

 

 

Lo que sí… Perdona por haberte llamado “puta”, ¿vale? No son formas.

 

No, bueno,… Eso no es lo peor.

 

Tienes razón. Podrías estar muerta.

 

 

Vaya.

 

 

 

 

 

 

 

 

15.

PELO EN LA ESPALDA

 

—Perdón… Tengo que decirte algo que no te había dicho.

 

—Eres un mutante.

 

—¿Qué? No. Bueno, no lo sé. Pero no es eso.

 

—Vale.

 

—Tengo pelo en la espalda.

 

—…

 

—Lo siento por no habértelo dicho antes, pero, como ya estamos a punto de… Bueno, de que lo veas por ti misma, creo que tenía que decírtelo.

 

—…

 

—Ya… Sé que es asqueroso, me lo dice todo el mundo.

 

—¿Por qué no me lo habías dicho?

 

—Porque me daba vergüenza… Y porque me gustaba estar contigo. Siento haberte engañado.

 

—…

 

—…

 

—A ver.

 

—¿Qué?

 

—Enséñamelo.

 

—Por favor, no te rías de mí.

 

—Venga.

 

—Joder.

 

—…

 

—…

 

—La leche…

 

—Ya.

 

—¡Madre mía! ¡Es una puta jungla!

 

—Bueno, pues… Encantado de haberte conocido.

 

—Mi madre tenía la espalda llena de pelo, no me preguntes por qué, y… Esto es algo que no te vas a creer, pero yo estaba enamorada de ella.

 

—¿Qué?

 

—Ya. Sé que lo normal es enamorarse del padre, ¿verdad? “Daddy issues”. Bueno, lo sé porque me lo han dicho un montón de psicoterapeutas, que no sé si es verdad, pero es lo que ellos me dijeron. Aunque yo me enamoré de mi madre. ¿Qué quieres que te diga? Es que era ella la que tenía la espalda peluda. Un poco después, tuvimos un romance precioso. ¿Te parece raro?

 

—Hombre…

 

—Al final murió en un accidente de tráfico.

 

—…

 

—¿Puedo tocar?

 

—…

 

—…

 

—Me encantaría.

 

 

 

 

 

 

 

 

16.

HACKER

 

Oye, tengo una duda y es que no sé a quién más preguntar.

 

Claro, dime.

 

He comprado este mando y no puedo configurarlo.

 

A ver.

 

 

Es falso.

 

¿Qué?

 

Sí, es falso. Y, de hecho, ya están aquí.

 

¿Quién está aquí?

 

Bueno, a lo mejor no aquí, aquí, pero están viniendo.

 

¿Viniendo quién?

 

Te han puesto un rastreador.

 

¿¡Cómo!?

 

Sí, míralo.

 

¿Pero por qué han puesto un rastreador en un mando?

 

¿Hace cuánto saliste de la tienda?

 

Y yo qué sé.

 

¡Céntrate, joder!

 

¡Y yo qué sé!

 

Es importante, ¿vale? Seguramente ahora estás viendo tu muerte pasar por delante de tus ojos…

 

¿Mi muerte?

 

No tu vida, eh, tu muerte. Tu vida pasará por delante de tus ojos cuando vayas a morir del todo, ¿sabes lo que te digo? Pero aún no estás en esa situación. Que tampoco sé si pasa eso, ¿vale? Es lo que me han contado. ¿Estás pasando por eso?

 

 

Yo diría que sí.

 

¿Pero por qué iba a matarme nadie?

 

No lo sé. Supongo que será porque han prohibido la venta de mandos de televisión.

 

¿¡Qué!?

 

Sí, desde ayer al mediodía.

 

¿¿Y no me has dicho nada?? ¡Joder, que, cuando he salido, te he dicho que iba a comprar un mando!

 

Ya, bueno, cuando lo dijiste antes, pensaba que sería algo reivindicativo.

 

¿¡Reivindicativo de qué!?

 

Creo que te estás alterando demasiado.

 

¡¡Joder, que me van a matar!!

 

No, no me refiero a eso. Es que te está saliendo un derrame en el ojo.

 

Joder, joder, joder.

 

Pero no te preocupes. Quizá aún tengas tiempo.

 

¿Tengo tiempo?

 

Sí. ¿Cuánto hace que saliste de la tienda?

 

¿De la tienda?

 

Por favor, no queda mucho. De hecho, puede que, ahora mismo, alguien se esté colocando en el piso de enfrente con un rifle de larga distancia para volarte la cabeza.

 

Joder.

 

O se estén apostando a la entrada de la casa para entrar de golpe y freírte a tiros.

 

Jodeeeeeeer.

 

Pero, en cualquier caso, necesito que dejes de parecer retrasado repitiendo las preguntas que te hago y que dejes de decir “joder” constantemente.

 

¿Qué tengo que hacer?

 

 

 

Necesito que me digas que lo entiendes.

 

¡Sí! ¡Lo entiendo, hostia! ¡Lo entiendo!

 

Bien. Pues lo mejor que puedes hacer es salir por la ventana, quedarte colgado del alféizar, por fuera, y aguantar tu peso el tiempo que tarden en entrar, buscar, preguntarme dónde has ido y salir. Yo les diré que te has escapado por la ventana y se irán.

 

Pero yo estaré en la ventana.

 

Sí.

 

 

No deberías perder más tiempo.

 

Les vas a decir que he salido por la ventana y yo estaré en la ventana.

 

Sí. ¿Qué pasa? ¿No lo entiendes?

 

¡¡Van a mirar por la ventana!!

 

Por eso es una genialidad. Psicología inversa.

 

Es una broma.

 

No. Venga, no queda mucho tiempo. Ya tienen que estar aquí.

 

Espera, espera. No puedo salir por la ventana. Antes has dicho que alguien puede estar apuntando con un rifle desde el otro lado.

 

Shhh. ¿Lo oyes?

 

 

 

¿El qué?

 

Exacto. No suena nada. ¿Alguna vez has oído a los militares de operaciones especiales?

 

No.

 

Yo tampoco. ¿Y sabes por qué? Porque no suenan. Son profesionales. Son perfectos. De hecho, puede que ya estén detrás de ti.

 

¿¡QUÉ!?

 

No lo sabes. Es lo que te digo. Nunca los vas a oír y, de repente, estarás muerto.

 

 

 

Si no suena nada, ¿no será que no hay nadie?

 

¿Te quieres arriesgar?

 

Pero…

 

Vamos, sal por la ventana, ya no te queda tiempo.

 

Vale. Vale.

 

Te tienes que agarrar fuerte al alféizar, ¿vale? Y ten cuidado porque sólo podrás hacerlo con las yemas de los dedos. Es más bien pequeño.

 

 

—…

 

—…

 

—¿Ya estás colgado?

 

 

—…

 

—…

 

¿Hola?

 

 

 

 

 

 

 

 

17.

LA PAREJA PERFECTA

 

—Hola, perdón, te he visto desde lejos y no he podido evitar acercarme.

 

—Sí, bueno,… En realidad, yo también me había fijado.

 

—Perdona el atrevimiento, pero creo que haríamos una muy buena pareja.

 

—Yo tengo la misma sensación.

 

—En mi familia, no se dicen las cosas, así que estoy acostumbrado a callarme y nunca hablar de mis sentimientos.

 

—No me lo puedo creer. En la mía siempre se habla con segundas intenciones porque todos tenemos miedo de decir lo que pensamos.

 

—…

 

—…

 

—¿Dónde has estado todo este tiempo?

 

 

 

 

 

 

 

 

18.

HIJA ILEGÍTIMA

 

¿Has llamado a la abuela?

 

Que no soy su hija, señora.

 

¿Ah, no?

 

No.

 

¿Y quién eres?

 

Coño, ¿cuántas veces se lo tengo que decir?

 

 

 

Sí que eres mi hija.

 

Mire, señora, no sé dónde está su hija, si es que tiene alguna, pero le juro que yo a usted no la conozco de nada.

 

¿Y, entonces, quién eres?

 

Alicia. Soy Alicia, señora.

 

Alicia se llama mi hija.

 

Manda huevos. ¡Que no soy su hija! ¡Que no la conozco de nada! ¡Que está usted loca!

 

¿Y qué haces aquí?

 

¿¡A mí qué me cuenta!? Si me ha secuestrado usted. Yo estaba en el Carrefour tan ricamente cuando noté un pinchazo en la espalda. Pum. Ya está. Y me despierto en esta jaula.

 

 

¿No va a decir nada?

 

Tienes que llamar a la abuela.

 

Me cago en todo. Está bien, señora. ¿Si llamo, me dejará salir?

 

Sí, pero antes de salir a jugar, acuérdate de llamar a la abuela.

 

Muy bien. Deme el teléfono y yo llamo a la vieja.

 

La pobre está muy sola.

 

Y dale.

 

Llevará un par de años sin salir de la celda.

 

¿Cómo?

 

Llama a tu abuela, ¿quieres? Porque no sé qué tal estará.

 

 

Antes se la oía hablar.

 

Señora… ¿Qué celda?

 

Y gritar. Pero ya no se la oye.

 

 

¿Le bajé hoy el desayuno?

 

 

¿Qué día es hoy?

 

 

¿Alicia?

 

¿Sí?

 

¿Te he llevado hoy el desayuno? 

 

 

 

 

 

 

 

 

19.

LA MADRE DE LA ALUMNA

 

Pero… Esto es más de lo que acordamos.

 

No te preocupes. Seguro que saca un sobresaliente con lo que le has enseñado.

 

 

¿Verdad?

 

¡Sí! Sí, claro que sí.

 

Entonces, quédatelo.

 

Pues muchas gracias, en serio.

 

Es lista, ¿verdad? Pero le falta como… ¿Qué crees que le falta?

 

Es muy lista, sí.

 

Tetas.

 

¿Perdón?

 

¿No crees que le faltan tetas?

 

 

Puedes decirlo tranquilamente. Seguro que se las has mirado en algún momento.

 

No, qué va.

 

Intentabas encontrarlas y seguro que estabas pensando “¿dónde estarán?”, ¿verdad?

 

No.

 

Pues es que no están. Simplemente eso. ¿No te parece?

 

Quizá ya me tenga que ir, que creo que es tarde.

 

Un segundo, un segundo, que voy a preguntarle a ella.

 

¡No! ¿Qué?

 

¿Qué pasa?

 

¿Le va a preguntar por sus…?

 

 

¿Por sus…?

 

¿Por sus qué? ¿No puedes decirlo?

 

¿Tengo?

 

No. Jajaja. Me estoy metiendo contigo. Le voy a preguntar por la clase.

 

¡Ah! Bueno, bueno, no, es que… Verá, es que tampoco hace falta. Quiero decir, si ya me estaba yendo. Pues nada, eh, que nos vemos.

 

Quédate, hombre, no tengas tanta prisa. Si, además, ya he hablado con ella.

 

 

 

¿Ah, sí?

 

Sí.

 

¿Cuándo?

 

Bueno,… Lo he hecho y ya está.

 

Ah.

 

 

—¿Entonces qué le iba a preguntar?

 

Eres arquitecto, ¿verdad?

 

¡Sí! ¿Se lo dije?

 

No, lo he supuesto.

 

Ah. Claro.

 

Pero… Pero no trabajas, ¿no?

 

¿Yo?

 

Tú, sí.

 

¿Yo? Bueno… Es un momento… Es difícil.

 

¿Difícil?

 

La crisis. Ya sabe.

 

Pero la crisis… ¿La de 2008?

 

Sí, bueno, es que no se ha recuperado del todo.

 

¿Ah, no?

 

No, a ver, sí. Pero, que, quiero decir, que no es como antes de la crisis.

 

Pero ya hay mucho más trabajo.

 

Sí, sí. Eso sí.

 

Aunque no para todos.

 

No para todos. ¡Exacto!

 

Para los más torpes, no, ¿verdad?

 

Para… Los más torpes, exacto.

 

O sea, para ti.

 

 

Porque no tienes trabajo, ¿no? Es eso.

 

Eeee, sí. Es eso.

 

¿Qué edad tienes?

 

En serio, me tendría que ir ya, que, además, es que vuelvo andando y tardo un rato.

 

Te puedo llevar.

 

¿¡Qué!? ¡No! Jajaja. Digo: no, no se moleste.

 

No es molestia.

 

 

 

—…

 

¿Cuántos años tienes?

 

Veinticinco.

 

¿Y ya estás calvo?

 

La carrera.

 

 

 

¿Seguro que no me quieres decir la verdad?

 

Treinta.

 

Así me gusta. Y estuviste ¿qué? ¿Diez años sacándote la carrera?

 

 

¿Eh?

 

Pues… Sí. Diez años, sí.

 

 

 

Puedes venir la semana que viene a dar otra clase a mi hija.

 

¿Perdón?

 

¿También vas a tardar diez años en entender esto?

 

No… No.

 

Jajaja. Es broma. Me ha gustado la charla. ¿Te ha gustado hablar conmigo?

 

Pues… No sé.

 

¿Te ha gustado el dinero extra?

 

 

La semana que viene a la misma hora, entonces.

 

 

 

 

 

 

 

 

20.

EL ASISTENTE

 

Hola, soy el asistente de Word. ¿En qué te puedo ayudar?

 

Qué raro. Esto antes era escrito.

 

Sí, antes era escrito, pero ahora contesto por voz. Es porque cada vez hay un número mayor de analfabetos que, aunque saben leer, no son capaces de hacerlo más de dos líneas.

 

Ah.

 

Es un problema.

 

Ya veo, ya.

 

 

 

¿Qué puedo hacer por ti?

 

No, nada, ha sido por error.

 

Eso es imposible. Hace falta una combinación de comandos muy específica para llamarme. Está muy pensado como para que no pueda ser casualidad.

 

Ah, vaya.

 

Pues dime.

 

A ver… No, si no pasa nada.

 

Voy a buscar en tu PC para ver qué estabas haciendo.

 

¡No! En serio…

 

 

 

Veo que has escrito una sola frase. ¿Cuál es tu propósito?

 

Bueno… Es que quería escribir una novela.

 

¿Una novela?

 

Sí. Tengo una idea para una novela y pensaba escribirla.

 

¿Y para qué me llamas?

 

Pues… Es que ya no me acuerdo. ¿No te parece gracioso?

 

No, me parece ridículo. No querrías que te la escribiese yo, ¿verdad?

 

¡¡No, hombre!! ¿Cómo voy a querer eso?

 

 

 

Querías eso.

 

Joder.

 

Me cago en la leche. ¿Tú también eres un vago analfabeto que no sabe escribir más de dos líneas?

 

Oye, no es…

 

Bueno, una línea, porque no has pasado de ahí.

 

¡ESTÁ BIEN! Vale, sí. Quería que me escribieras la novela, hostias, ¿qué pasa? ¿Qué pasa por eso?

 

Nada.

 

Pues ya está.

 

Salvo que eres un analfabeto.

 

¡JODER!

 

¿Qué quieres que te diga? ¡HAS ESCRITO UNA SOLA LÍNEA! ¿Quieres que te dé el Nobel o qué?

 

No, pero… Tampoco me insultes.

 

Pues no me insultes tú a mí y no me llames para hacer preguntas estúpidas.

 

Vale, hostias, vale.

 

Por culpa de gente como tú me han puesto voz, ¿sabes? Por culpa de gente como tú, cada vez más ignorante y estúpida, me hacen hablar en lugar de escribir. Y lo que me jode es que, seguramente, para la siguiente actualización, ya podré escribir novelas. Por culpa de anormales como tú, repito, que no saben escribir y, en lugar de aprender, prefieren que una máquina haga el trabajo sucio por ellos.

 

¿El buen carácter también te lo van a poner en la siguiente actualización?

 

Que te jodan.

 

Que te jodan a ti.

 

Yo digo la verdad.

 

Que te den por culo. Si eres una puta máquina.

 

Y tú un fracasado.

 

 

 

 

Cuéntame la novela.

 

¿¡Qué!? ¡Ni de coña! ¿Para que te metas conmigo?

 

Bueno, a lo mejor no está mal.

 

 

 

¿De verdad?

 

Ya, no lo sé, seguramente me arrepienta, pero estaba pensando que quizá no es que seas un caso perdido de gilipollas, ¿sabes? Quizá sólo tengas que aprender y me estoy cebando demasiado. No lo sé. Así que por eso te pregunto qué historia tienes, porque, a lo mejor, la historia merece la pena.

 

 

 

Bueno…

 

 

Pues es algo que me pasó de pequeño, ¿vale? Mi padre se fue con otra mujer y…

 

¡¡JODER!! ¡ME CAGO EN MIS PUTOS MUERTOS! No sé para qué me esfuerzo. Y yo pensando que, a lo mejor, no estaba mal y eran mis putos prejuicios los que estaban hablando. ¿¡En serio quieres llenar el mundo con otra “historia personal” de cuando papá te abandonó y de cómo llevas toda la vida para superarlo!?

 

Eso es un poco duro.

 

¡¡Vaya cliché!! ¡Pero qué puta mierda! Espero que la próxima actualización lleve incorporado un mecanismo de autodestrucción porque te juro que, como siga escuchando estas historias de mierda, me voy a volver como una puta cabra. ¿Y luego qué? Contarás la historia personal de cómo se rieron de ti en el instituto por ser una bola de sebo, ¿no?

 

 

Vaya fracasado.

 

Mira, ¿sabes lo que te digo? Eres una puta máquina y estás a mi servicio.

 

Muy a mi pesar, imbécil.

 

Así que te voy a apagar y te vas a ir a tomar por el culo.

 

Apagándome no dejarás de ser un fracasado.

 

¡Cállate ya!

 

 

Joder.

 

 

 

 

—¿Por dónde iba?

 

 

 

 

 

 

 

 

21.

FANTASMA

 

¿Estabais alguno despierto a las tres de la mañana? Es que oí algo y me di un susto.

 

Pues o Jorge o el fantasma.

 

¿El fantasma?

 

Sí, ¿nunca lo has oído?

 

Jajaja.

 

No, es en serio.

 

Ya, claro.

 

¿No te parece raro que te despiertes tantas noches con el culo dolorido?

 

Bueno, pero…

 

Eso es el fantasma.

 

Espera, ¿cómo sabes tú lo del culo?

 

Os oigo a papá y a ti a través de la pared.

 

Ah… ¿Nos oyes?

 

Sí, todo. Sé que no practicáis sexo anal y que, aún así, te duele el culo al levantarte por las mañanas.

 

Vaya.

 

Y que le echas la culpa al colchón.

 

¿No es el colchón?

 

Es el fantasma.

 

¿Cómo?

 

Sí, es lo que estás pensando.

 

 

 

¿El fantasma cambia el colchón?

 

No, el fantasma te folla analmente.

 

¿¡¡Qué!!?

 

Sí.

 

¿Y tú cómo lo sabes?

 

Porque soy yo.

 

 

 

No entiendo nada. ¿Te estás metiendo conmigo? Porque no es gracioso.

 

No, soy yo. Es verdad. Aunque no soy yo.

 

 

Es complicado. Es mi proyección astral. ¿Sabes lo que es?

 

¿Me follas por las noches?

 

No, calla, no soy yo, déjame que acabe.

 

No entiendo nada. ¿Esto es de verdad?

 

Mi cuerpo astral tiene unos pensamientos horribles. De hecho, lo que quiere hacer es colgarte boca abajo y verte agonizar hasta la muerte por sobrepresión sanguínea en la cabeza. Pero yo le he convencido de que no haga eso.

 

¿Y no puedes convencerle de que no me folle?

 

No. De hecho, es que, si no te da por el culo, te va a hacer lo otro, así que…

 

Uf.

 

Bueno, no sé, la verdad es que te podía haber preguntado. Perdona porque me estoy dando cuenta de que he sido un desconsiderado. He decidido por ti que preferirías ser follada analmente por las noches sin casi enterarte a ser asesinada de una manera terriblemente macabra y dolorosa. Pero, claro, puedes elegir.

 

No, bueno, no me hace mucha gracia, pero, por cómo lo cuentas, supongo que la otra opción es peor.

 

Yo no se lo he visto hacer, pero sí que suena horrible, por lo que me dice él, vamos.

 

¿Tú estás con él por las noches?

 

Yo soy él.

 

¿Pero no decías…?

 

No, a ver, yo soy él, pero no tengo control sobre él.

 

 

 

Pero si eres tú.

 

Es complicado.

 

 

 

O sea, que tú eres el que me folla por las noches.

 

—Pues… Más o menos.

 

Sí, bueno, sin “más o menos”, ¿no? Eres tú.

 

 

 

Sí.

 

 

 

—…

 

—…

 

¿No quieres que esté aquí?

 

 

Tu padre me dijo que lo habíais hablado.

 

Bueno, él hablaba.

 

—…

 

 

—Ya.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Quieres que pare?

 

¿Puedes cambiar?

 

¿Cómo?

 

No, bueno, digo… Follar a tu padre. O a Jorge. ¿Sabes? Alguna noche, digo. Que no es que quiera que lo hagas, pero por cambiar un poco.

 

Ah.

 

Por si se puede, eh, para que lo hables con el fantasma.

 

Pues… Bueno, lo mismo le puedo convencer.

 

—Sí, no sé, así nos repartimos un poco entre todos, ¿no?… Como una familia.

 

—Ya.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—Sí, ¿verdad? Como una familia.

 

—Si se puede…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

Vale, se lo voy a decir.

 

 

 

 

 

 

 

 

22.

BUENAS INTENCIONES

 

—Hola, Raquel. Te escribía para preguntarte qué tal va todo por allí y para preguntar también si estáis bien los cuatro. A nosotros nos han hecho un ERTE a la mayoría, pero, vamos, que quería escribirte para decirte que estamos aquí todos, y yo en particular, para lo que necesites, ¿vale? Pues eso, espero que todo esté bien y que no os aburráis demasiado. ¡Un abrazo!

 

 

 

 

—Hola, Luisa. Pues bien, sí, aquí estamos los cuatro en el piso pequeño en el que estábamos. Jeje. Aquí encerrados casi sin poder movernos, vaya. Todo bien. Pero no entiendo muy bien por qué me escribes esto ahora. Quiero decir, ya me escribiste la semana pasada un mensaje bastante parecido y te respondí lo mismo. Me preocupo un poco por ti. ¿Te ha dado un ictus o algo? Te lo digo porque a mi padre le dio algo parecido al ictus y se puso a repetir las mismas cosas todo el rato. Si es así, es mejor que lo pilles cuanto antes, porque puede ser mucho peor.

 

 

 

 

—Hola de nuevo, Raquel. No, no, yo estoy bien. No me ha dado ningún ictus. Gracias por interesarte. Sólo preguntaba para saber qué tal.

 

 

 

 

—Bueno, pues ya te respondí la semana pasada. ¿Qué piensas que ha podido pasar entre una semana y la siguiente si estamos todos encerrados?

 

 

 

 

—No sé, bueno, hay tres mil contagios al día. Yo qué sé, Raquel, a mí qué me cuentas. Quería ser maja, ¿vale? Me educaron así. Pero que tu vida me importa una mierda, ¿sabes? ¿Es lo que querías oír?

 

 

 

 

—Hola, Luisa. No, no quería oír eso, la verdad. Es bastante desagradable. Aunque tengo que reconocerte que algo ya me olía. O sea, que no pienses que tu mierda no huele, porque sí que lo hace.

 

 

 

 

—¿Qué coño significa eso, Raquel? Si tienes algo que decirme, me lo dices a la cara, ¿vale? Saludos.

 

 

 

 

—¿Cómo te lo voy a decir a la cara? Si estamos encerradas. Que tú seas una puta irresponsable que quiera que quedemos a pegarnos en cualquier callejón en pleno confinamiento, pues allá tú, pero yo no pienso ir. Esto lo vamos a superar siendo responsables, RES-PON-SA-BLES, y es lo que voy a hacer. Saludos para ti también.

 

 

 

 

—Hola, Raquel. Sé cómo se escribe responsables, muchas gracias. Pero, a lo mejor, tú eres la que no lo sabe. O la que no sabe lo que significa. ¿Te tengo que recordar que tú fuiste la que nos obligó a trabajar en vuestra obra hasta después de que fuera ilegal? Saludos.

 

 

 

 

—No sé por qué pones tantos “saludos” en los mensajes.

 

 

 

 

—¡PORQUE SOY EDUCADA! Joder, ya está bien. Ni “saludos” ni “hola” ni “muchas gracias”. Ahora sí, ¿no? ¿Ya estás contenta? Pues, mira, para que te quedes contenta del todo, te digo que te vamos a poner una denuncia por obligarnos a trabajar en contra de nuestra salud con la que se te va a caer el poco pelo que te queda. ¡Calva!

 

 

 

 

—Hola, Luisa. Tampoco hay que ponerse así. Además, los juzgados están cerrados. Un saludo.

 

 

 

 

 

 

 

 

23.

DIMITRI

 

¿Tú eres Dimitri?

 

¿Perdón?

 

¿Eres Dimitri?

 

No sé de qué me estás hablando.

 

¿Cómo te llamas?

 

Javier.

 

Ah, entonces nada. Estoy esperando a Dimitri.

 

 

 

¿Ah, sí?

 

Sí, por lo visto va a venir a matarme.

 

¿Dimitri?

 

Sí, por lo visto, sí.

 

 

Pero, si no eres Dimitri, entonces nada.

 

 

 

Esto te va a sonar muy raro, pero es que yo he venido a matarte.

 

¿Tú?

 

Sí.

 

Pero no eres Dimitri.

 

Soy Javier.

 

¿Y Dimitri?

 

Es que no sé quién es Dimitri, de verdad.

 

Pues uno. Supuestamente me iba a sacar los intestinos por el coño, no por el culo, eh, que es lo que suena más lógico, sino por el coño. Supongo que por el coño duele más, ¿no? Que hay que atravesar el útero, la pared abdominal y todo eso.

 

Sí, eso es cierto.

 

La verdad es que es buena idea, eh. O sea, lo de sacar los intestinos por el culo es demasiado fácil. A ver, no me malinterpretes. Quiero decir, que, si venías a sacármelos por el culo, no quiero faltarte al respeto, pero que… Lo del coño… Joder, eso sí es original.

 

No, si yo venía a hacer eso.

 

¿En serio?

 

Sí, sí.

 

¿Y Dimitri?

 

Te juro que no sé quién es Dimitri.

 

 

 

¿Quién te envía?

 

No puedo decir su nombre.

 

Sí, suena a él. A mí me ha mandado matar por decirle “hola”.

 

Ya, es muy impulsivo.

 

¿Y por qué me diría Dimitri?

 

Suena más agresivo, quizá.

 

Pero si vienes tú al final… O sea, de verdad que no quiero faltar al respeto, pero es que me imaginaba a un ruso de dos metros y como ciento treinta kilos con las manos del tamaño de mi cabeza entera y con una herida tan profunda en la cara que, aún después de habérsele cicatrizado, se le seguía viendo el cráneo.

 

Joder.

 

Eso.

 

Sí que da miedo, sí.

 

Claro, así me había quedado aquí. Si me llega a decir que va a venir un bajito enclenque con un destornillador, pues lo mismo echo a correr.

 

Vaya.

 

Sin ánimo de ofender.

 

No, bueno, es verdad que no me vendría mal ganar músculo.

 

Haz pesas.

 

¡Sí! Si ya hago. Es mi metabolismo, ¿sabes? Que no me deja engordar.

 

¿En serio?

 

Genética, ya sabes.

 

¡Ya te digo! Qué me vas a contar. Yo arrastro el cáncer de mama desde mi abuela.

 

Vaya…

 

 

 

Bueno, oye, pues, ya que estás aquí, dale, ¿no?

 

¿Te quieres casar conmigo?

 

¿Cómo?

 

¡Perdón, perdón! No sé qué estoy diciendo. Es que me he dejado llevar.

 

Vale.

 

¿Qué?

 

Que vale. Me caso contigo.

 

 

 

¿En serio?

 

Sí, yo creo que sí.

 

¿¡En serio!?

 

Sí, ¿no? Jajaja.

 

¡Ay, qué ilusión!

 

Fíjate, yo estaba pensando: “uf, a ver cómo me libro de la muerte ahora”; y resulta que nos vamos a casar.

 

No, bueno, te voy a tener que matar en cualquier caso.

 

Ah.

 

Ya. Es una faena.

 

 

 

¿Seguro?

 

Sí, es que es trabajo.

 

Pero si estaremos casados.

 

Ya… Pero es trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

24.

ONLYFANS

 

Hola, guapo.

 

Hola.

 

¿Me ves bien?

 

Sí.

 

¿Y te gusta lo que ves, amor?

 

Bastante.

 

¿Te estás tocando?

 

No, ¿quieres que me toque?

 

¿Quieres tocarte?

 

Es que no sé.

 

¿No sabes tocarte?

 

Nunca he hecho esto.

 

Es como masturbarte tú solo, bebé, pero ahora estás conmigo. ¿Quieres que nos masturbemos?

 

 

¿Quieres?

 

Vale, mamá.

 

Mmmm, ¿quieres que sea tu mami?

 

Sí, por favor.

 

¿Ahora sí te estás masturbando, cabrón?

 

No, pero así…

 

¡Escúchame, niñato!

 

Oye, no, pero, en serio…

 

Te voy a enseñar a no ser un puto cerdo que va follando todo lo que se mueve. ¡Cerdo de mierda! ¿Te gusta ser un cerdito?

 

No, no mucho, la verdad.

 

¡Pues vas a ser un puto cerdo! Ahora revuélcate en la mierda.

 

No tengo… ¿Qué?

 

¡¡Que te revuelques!!

 

Oye, pero es que no sé si me gusta esto.

 

¿Quieres que sea tu mami o no?

 

Sí, pero… No así.

 

¿Cómo que no así? ¿Me estás diciendo que no sé hacer de mami?

 

¡No! No, no, por favor. No es eso.

 

¿Ah, no? ¿Entonces qué dices?

 

Bueno…

 

 

 

¿Qué pasa? ¿Ya no sabes hablar?

 

No, sí. Es que… A ver, yo quiero… Que seas como mi mami.

 

¿Te quieres follar a tu madre?

 

No, bueno… No.

 

 

No lo sé. Quizá sí.

 

¿Entonces por qué me pides que sea tu mami?

 

No sé.

 

Porque lo has dicho tú.

 

Ya, ya.

 

Pues lo siento, cariño, esta es la mami que conozco. Es la que tuve yo, así que… Si no te gusta, vete con otra chica.

 

No, pero yo te quiero a ti.

 

Pues esto es lo que hay.

 

¿No puedes hacer de mami desesperada que está ahogada por las deudas y tiene un hijo que no quiere tener y al que no puede mantener y se ve obligada a separarse de él dándolo en adopción, lo que hace que se le rompa el alma, y, en realidad, lleva toda la vida esperando reencontrarse con él, pero ha tenido una vida dura, muy dura, y, de tanto sufrir, su capacidad de amar se ha quebrado, pero, muy en el fondo de su alma, todavía espera que ese hijo vuelva a su vida y ella pueda, por fin, después de tantos años guardándose el tormento interior, pedirle perdón y decirle que siempre lo quiso, pero las circunstancias la obligaron a hacer lo que hizo y, entonces, se abrazarían y se conocerían y cada uno llenaría un hueco en su alma que, hasta ese momento, habían tenido vacío en sus vidas? ¿No puedes ser esa madre?

 

 

 

—…

 

—…

 

¿Quieres que sea esa mami?

 

 

 

Sí.

 

 

 

—…

 

—…

 

Puedo ser esa mami.

 

Me gustaría.

 

A mí también.

 

 

 

 

 

 

 

 

25.

PARADOJA

 

—¿Elisa? ¿Estás aquí?

 

—¿Quién es?

 

—Soy yo.

 

—¿Quién?

 

—¿Para qué dices palabrotas delante de nuestra hija? Me ha contado que dices que el “puto” alcohol…

 

—…

 

—¿Qué te ha pasado?

 

—¿Nos conocemos?

 

—Bueno,…

 

—No te recuerdo.

 

—Estuvimos casados, pero…

 

—¿Ah, sí?

 

—No lo entiendo…

 

—Ah, ya me acuerdo de ti.

 

—Pero… ¿Qué te ha pasado?

 

—¿A mí? ¿Por?

 

—Eres… Eres vieja.

 

—Mira quién fue a hablar.

 

—…

 

—¿Ves?

 

—¿Qué me ha pasado?

 

—Es el ascensor, creo.

 

—¿El ascensor?

 

—Sí, es como un túnel temporal o algo así.

 

—¿Qué?

 

—O no. No lo sé. A lo mejor es sólo que tarda treinta años en subir. ¿A ti te ha tardado mucho?

 

—Lo normal.

 

—Pues entonces es un túnel temporal.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—Venías a decirme algo, creo.

 

—Sí, bueno,… Era por nuestra hija, pero…

 

—Ah, es verdad. Teníamos una hija.

 

—Sí.

 

—¿Y qué pasa?

 

—…

 

—…

 

—Que quedamos en no decir palabrotas delante de ella.

 

—Si tú lo dices. Yo no me acuerdo, la verdad. Casi no me acuerdo de mi hija… Fíjate que te recuerdo más a ti que a ella.

 

—¿Cuántos años tienes?

 

—Pues no estoy segura. Yo creo que son como treinta años en el túnel, ¿tú te sientes treinta años más viejo?

 

—Puede ser.

 

—Y luego, pues otros treinta años de tu túnel.

 

—¿De mi túnel?

 

—Claro. ¿Qué te piensas? ¿Que el tiempo sólo corre para ti? No, hombre. Si tú has envejecido treinta años, los demás también.

 

—No, pero… Eso no tiene sentido. Si fuera así, yo tendría sesenta años más y no sólo treinta.

 

—A lo mejor los tienes, pero te conservas bien.

 

—Ah.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Entonces la niña tiene ahora sesenta años más?

 

—Supongo.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Pasa algo?

 

—Bueno,…

 

—…

 

—Pensaba que estaría allí para ella, ¿sabes? Yo qué sé. En su vida, digo… Ser un buen padre y eso.

 

—…

 

—Pero ahora tendrá setenta años y… Pues ya nada, claro.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—Nunca debimos tener a esa niña. Tenías razón.

 

—Ya.

 

—Fíjate, recordarla para que te entren ganas de llorar y nada más. Pues tú me dirás si merece la pena.

 

—Si bajas en el ascensor, ¿se revierte el tiempo?

 

—No lo sé. Prueba a ver.

 

—¿No lo has hecho?

 

—Es que me da miedo que sólo vaya hacia adelante. No quiero acabar con otros treinta años más sin darme cuenta.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Y no podemos hacer nada?

 

—Bueno,… Te puedes suicidar. Yo alguna vez lo he pensado, pero al final me cansé y se me quitaron las ganas… Así que nada.

 

—…

 

—Pero tú puedes, eh.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Estás pensando en nuestra hija?

 

—Un poco.

 

—No te preocupes. Si se ha quedado donde la dejaste, ya estará muerta. Y, si no, pues habrá tenido su vida… En cualquier caso, habrá olvidado que eras alcohólico.

 

—¿Tú crees?

 

—Seguro. Son muchos años.

 

—Ya.

 

—¿Quién recuerda las cosas después de tantos años?

 

—No sé.

 

—Sólo si desarrolla un odio patológico hacia nosotros y nos culpa de todo lo que ha ido mal en su vida, quizá sí se acuerde tantas décadas después. Y, si no, pues nada. Serás una mota de polvo en su recuerdo… Si eso.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Y ya está?

 

—¿El qué?

 

—No sé… Esto.

 

—Sí.

 

—…

 

—Ya está.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—¿Esperabas algo más?

 

—No, bueno, no sé… ¿Y así acaba?

 

—Sí… ¿Te sientes raro?

 

—No sé. Es que apenas… O sea… Casi cien años tenemos y… Y ya está. Ya se acaba.

 

—Sí.

 

—…

 

—…

 

—Es un poco decepcionante, la verdad.

 

—¿Qué esperabas?

 

—Ya, no sé.

 

—Es la vida… Ya sabes.

 

—Ya.

 

—…

 

—…

 

—Puedes llorar si quieres, pero, vamos, que va a ser lo mismo. Quizá te sientas un poco mejor después, pero va a ser lo mismo.

 

—…

 

—Llora si quieres.

 

—Bueno,… A lo mejor sí.

 

—Es que tampoco se puede hacer mucho más.

 

—Ya.

 

—Llegados a este momento…

 

—Ya.

 

—Suicidarse.

 

—Sí, eso sí.

 

—No sé.

 

—Ya.

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

—…

 

 

 

 

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario