lunes, 1 de junio de 2020

La muerte de Marat


Luz en ELLA. ELLA llama por un teléfono móvil.

ELLA: Hola. ¿Dónde estás?

Luz en ÉL. ÉL habla por el teléfono móvil.

ÉL: Hola. ¿Es muy urgente?
ELLA: Depende.
ÉL: ¿Depende?
ELLA: Sí, no sé. ¿Dónde estás?
ÉL: Bueno, aquí.
ELLA: ¿Pero dónde es aquí?
ÉL: ¿Qué hora es?
ELLA: ¿Estabas dormido?
ÉL: ¿Yo?
ELLA: Sí.
ÉL: ¿Por qué iba a estar dormido?
ELLA: Has preguntado qué hora era.
ÉL: ¿Y qué hora es?
ELLA: ¿Te he despertado?
ÉL: ¿A quién? ¿A mí?
ELLA: ¡A ti! ¡Claro que a ti! ¡Estoy hablando contigo! ¿¡A quién iba a ser!? A ti.
ÉL: Ah, no sé.
ELLA: ¿No sabes qué?
ÉL: No sé a quién iba a ser.
ELLA: ¿¡Eres idiota o qué te pasa!? ¿Que dónde estás? ¿Que si estás dormido?
ÉL: ¿Yo?
ELLA: ¡Tú eres gilipollas! Mira que te lo digo siempre. Y yo tan contenta cuando me dijiste que estabas enamorado. Y, entonces, yo también me enamoré de ti. Pero era porque tenía algún tipo de limitación del afecto por parte de mi familia, tú lo tenías también de la tuya, creo que, en realidad, todos tenemos nuestros problemas y por eso nos enamoramos. Queremos estar con alguien para no estar solos y desamparados en el mundo, ¿sabes? Y muchos años después, te das cuenta de que te has casado con un anormal.
ÉL: ¿Quién? ¿Yo?
ELLA: Al final es porque preferimos esta farsa que estar completamente solos. Es así. Me dijiste que estabas enamorado de mí y yo creía que también te quería porque tú me querías.

Pausa.