Las puertas son una pérdida de calidad de vida, pensaba Javier cuando salió el último cliente del estudio. El cliente quería una casa "normal", como la de sus padres, como la de sus amigos. Una casa tiene pasillos, una casa como las de toda la vida, ¿qué cojones es eso de una casa sin puertas?, había dicho. Y, encima, el zumo de piña que Javier había cogido hoy estaba amargo. Estupendo, ahora se me hinchará la tripa y me pasaré toda la tarde tirándome pedos, pensaba Javier. Y es que, al contrario que su familia, a Javier no le gustaba tirarse pedos, ni siquiera en privado.Menos mal que es viernes por la tarde, pensó. Ya no quedaba nadie en el estudio y Javier se reclinó en su silla modelo Verónica para ver cómo la luz bañaba el espacio con una melancolía especial. Treinta metros cuadrados con tres mesas, una salita de reuniones, un plotter y muchos, muchos libros de arquitectura. Al menos había conseguido eso.Su casa no estaba lejos, así que iba andando todos los días. Javier vivía en una urbanización de chalets pareados. Una promoción inmobiliaria de los noventa, con muchas puertas y muchos pasillos. Un horror arquitectónico del ladrillazo español. Cuando Dani se vaya, reformaré la casa, pensaba Javier día tras día cuando la veía asomarse al doblar la esquina, tiraré tabiques y lo haré todo diáfano. No habrá ninguna puerta. ¿Cómo voy a convencer a los clientes de que esa arquitectura es mejor, si no? Tengo que predicar con el ejemplo.Aunque a Dani le quedaban algunos años para irse de casa, y más como está el mercado, pensaba Javier. Sin embargo, Javier estaba convencido de que su hijo, que aún tenía quince años, no iba a ser uno de esos postadolescentes de treinta y tantos que todavía viven en casa de sus padres sin trabajo ni futuro. No, Dani se iba a comer el mundo. Era un chaval estupendo, responsable, aplicado, sensato y brillantemente inteligente, pero, sobre todo, era un buen tipo. Eso lo decía todo el mundo. Generoso sin esperar nada a cambio, sin esperar siquiera a que nadie le pida ser generoso.
sábado, 11 de enero de 2020
Amor de padre
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